KARLA MONROIG VIVE EN PLENITUD
Se siente plena. Tranquila, madura y con energía jovial, Karla Monroig recuerda a su papá fallecido, el doctor Roberto Monroig. “Ahora lo entiendo mejor. Seguía cumpliendo años y utilizaba su madurez, mientras mantenía su mente siempre joven. Trato de emular ese ejemplo, porque me beneficia como ser humano. En este momento de mi vida personal y profesional siento plenitud”, dice.
Entre las responsabilidades más importantes de Karla están su matrimonio con el cantautor Tommy Torres, su rol como mamá de Amanda Zoé (de seis años) y su vida profesional.
La plenitud que experimenta no le permite etiquetas. Más que esposa, madre o actriz, prefiere pensar que ella es lo que da. “He hecho un trabajo a nivel de terapia, de conocimientos, de estudios en sicología…, y me he dado cuenta de que muchas veces nos identificamos con los condicionamientos aprendidos. Nuestra esencia viene de algo muy profundo y, si no hacemos ese trabajo interno, nunca descubriremos quiénes somos realmente”, resume Karla, para quien el reto más grande como madre es evitar en su hija los prejuicios morales y de valores sociales que atentan contra la diversidad en el amor, la lucha por los derechos humanos y la equidad para la mujer.
Karla da ejemplo para que su hija no confunda los conceptos y los entienda. “Mi definición de feminismo es igualdad de salarios y oportunidades. En las películas, estadísticamente, las mujeres hablan menos que los hombres, incluso en las producciones de mujeres. Llevamos años exigiendo igualdad, pero adoptamos las actitudes que reprochamos. Quiero que mi hija aprenda a defender sus derechos sin perder su femineidad… Si no hay nada más bonito que la caballerosidad… Gracias a Dios, tengo un hombre maravilloso que está poniendo la barra bien alta para la persona que llegue a su vida”, añade, mientras enfatiza en el respeto que siente Tommy por la mujer.
En la era de las redes sociales, la línea de la privacidad para las personas que están en posiciones de interés público es muy fina. Karla es cuidadosa con el contenido que expone. De Amanda Zoé o su vida en pareja no lo hace mucho, por no abrir la puerta de un lugar que le es sagrado: su hogar.
“Comparto cosas tratando de reciprocar el cariño de la gente, pero cuidando mi privacidad. Amanda está pidiendo tener su propio canal de YouTube porque le encanta hacer como blogger. Tiene su vena artística marcada y es muy talentosa, pero todo tiene su tiempo. Quiero que, cuando lo decida, sea a conciencia. Por el momento, lo que sale de ella será en mis redes o en las de Tommy, y son contadas. Las cosas de pareja son más controladas aún, porque nuestra intimidad es sagrada”, manifiesta.
“Compartimos un momento difícil con la gente, porque entendimos que era lo que había que hacer, pero no más allá de eso”, agrega, refiriéndose a la separación que vivieron por unos meses el año pasado.
Entre las causas sociales con las que Karla se involucra está Susan G. Komen, porque siente un deber como mujer de utilizar el acceso que tiene a los medios de comunicación en favor de la lucha contra el cáncer de seno.
“El primer acercamiento fue cuando estaba haciendo Dueña y señora. A Adamari (López) en su proceso, la veía con mucha admiración; no la conocía. Nos conocimos en Susan G. Komen, en el primer Race for the Cure que hicimos como madrinas. Ahí nació nuestra amistad. Fui diez años corridos a Race for the Cure. He dado charlas en Panamá y Washington, entre otros lugares, para llevar la voz de que la detección temprana salva vidas y de que, a veces, entre todos los sombreros que usamos, nos ponemos últimas en la lista de prioridades. Cuando nos damos cuenta, es muy tarde”, dice Karla.
Este año, vuelve a Race for the Cure por tres motivos; su amistad con Keylla Hernández, a quien conoció en este evento; por una amiga que perdió el año pasado por este cáncer y por una amiga del alma, de su pueblo Guayama, que por tercera ocasión está luchando contra la enfermedad.
“Hay que celebrar la vida de las guerreras que no se dejan caer con las armas de fe, amor y familia, e igualmente las de las que ya no están y dejaron el legado de la batalla”, dice.
Su pasión profesional es la actuación. Los premios MARA de Miami acaban de reconocerla como Actriz del Año por el primer personaje de puertorriqueña que hace desde que reside en Estados Unidos.
“No tenía que disimular mi acento –expresa–, podía usar nuestra cultura e ir más profundo en lo que es la mujer puertorriqueña. En un momento en que estaba pasando por una prueba personal tan grande (su separación), era mi regreso después de seis años. Esta es una alegría por la que me siento profundamente agradecida a Dios, al público y al jurado”.
Karla, a quien ahora le resulta más especial la actuación, está haciendo teatro shakesperiano para niños y se certificó como life coach, faceta que quiere continuar desarrollando.
Acabando de cumplir 40 años, Karla agarra las mejores lecciones que recibe de la vida y se empodera y fortalece para sus próximas etapas.