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ANA MARÍA PÉREZ Y SU PASIÓN POR NUEVOS RETOS


No es dada a las entrevistas. La vicepresidenta de ventas de Puerto Rico Supplies Group tiene 38 años y su carrera no se detiene.


La responsabilidad es mayor cuando se trata de un negocio de familia, porque se tiende a pensar que esa es la razón que la llevó al puesto que ocupa.

Ana María explica que empezó a trabajar a los 17 años en una tienda. “Cuando me gradué de escuela superior, decidí quedarme en Puerto Rico. Estudiaba de noche y trabajaba de día. Laboré en varias multinacionales. Un día, mi papá me dijo que planificaba comprar Puerto Rico Supplies, en donde era socio, y que necesitaba alguien de confianza que trabajara con él”, cuenta.

Ella aceptó el reto y lleva 12 años desempeñándose en diversos roles en la compañía. Hace seis años tiene el puesto de vicepresidenta como parte del proceso de sucesión del negocio.

El departamento de ventas está dividido entre su hermano Edwin Javier y ella. Él maneja la parte de alimentos y ella, “la divertida” (licores, cigarrillos, cuidado personal y maquillaje).

“Es doblemente duro porque no son solo las responsabilidades del día a día, porque el negocio sigue creciendo y, por ende, hay más volumen de trabajo. Tienes que demostrar que estás aquí porque tienes la capacidad de hacerlo y no porque soy la segunda generación de un negocio familiar”. Pero esto ayuda a que le apasione más lo que hace.

Su primer trabajo formal cuando era universitaria, también fue en la compañía y duró un año. Ella sentía que el resto de los empleados la trataba con pinzas, mientras era una asistente que solo archivaba porque nadie se atrevía a darle un proyecto grande. Tampoco le enseñaban, ni la regañaban y se fue, con la convicción de que regresaría.

“Lo que me ha ganado la confianza de mi equipo es que fui gerente de marca, estuve en mercadeo, sé lo que es tener jefes con los que se nos dificulta lidiar. Mi oficina no tiene puerta, a propósito. La retroalimentación, sea buena o mala, es necesaria. Es importante que sientan que trabajan en un lugar humano y no solo en la computadora”, considera. Así maneja el departamento de ventas, que cuenta con unas 400 personas y que dirige junto a su hermano.

Ana María cree en el reconocimiento a la mujer, pero le parece que se exagera. Cree en la igualdad de oportunidades y de paga por el mismo trabajo. “Mira las competencias de surfing. La mujer corrió la misma ola en el mismo mar, pero recibe un premio de menor cantidad de dinero. Yo soy pro lo justo. En vez de exaltar lo que hacemos, estamos todo el tiempo a la defensiva y eso quita la credibilidad del mensaje que se quiere llevar. Women in power es cualquiera. Mi mamá no trabajó, crió a sus tres hijos sin una señora que la ayudara a limpiar y cocinar… Toda mujer que tiene la capacidad de luchar para seguir adelante en las circunstancias que sean es una mujer in power. No tienes que ser una vicepresidenta, ni supermodelo, ni mujer maravilla. Sin embargo, la gente siempre espera más”, expresa.

Para Ana María, el reto es encontrar un próximo reto. Sabe a dónde quiere llegar, pero reconoce que personas cercanas a ella podrían aspirar a lo mismo. “Las cartas se han puesto sobre la mesa. Hay un proceso que tiene que ocurrir más rápido de lo que pensábamos. Ahí tiras la línea entre lo que quieres y cómo eso puede afectar tu vida con los que te rodean”, manifiesta.

Ana acaba de terminar una maestría en administración de negocios multinacionales que le tomó un año. Hizo un programa fuera de Puerto Rico para el que viajaba cada dos meses. Lo define como una experiencia enriquecedora profesional y personalmente. Su otro reto es encontrar balance entre su vida y su trabajo. Como para muchas mujeres, el trabajo se convierte en la vida.

“Siempre tuve la capacidad de balancearlo y la perdí. Ese es el reto número uno. Se nos juzga si no somos buenas amas de casa. A un hombre no le preguntan por qué no es papá a los 38 años. Si tomas algunas decisiones en determinados momentos te toman pena. Existe ese cajón aún de lo que hay que hacer para ser vista como una mujer exitosa”, dice Ana María, quien tiene la rara situación de que el personal directivo de la empresa está compuesto por dos hombres y cuatro mujeres.

“Son mujeres con una experiencia profesional bien fuerte. Las admiro, han podido criar a sus hijos y, en las conversaciones cuando estoy en crisis, me dan esa guía hacia la tranquilidad de que la vida sigue y se puede hacer”, dice, inmersa en los cambios que rodean su vida.

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