JENIFFER ROSA LÓPEZ DE CORPORATIVA EN UNA FORTUNE A ESTRATEGA SENIOR DE COMUNICACIONES Y MERCADEO
¿Qué significó para ti cumplir 40 años y qué cambios notables trajo a tu vida?
Llegar a los 40 es una bendición porque se acaban los paños tibios y las conversaciones ligeras y llanas, tienes claridad y puedes articular lo que realmente necesitas. Los 40 vienen acompañados de mucha seguridad. A su vez, trae miedos porque tus decisiones tienen consecuencias serias. En lo que a mí respecta trajo también muchos cambios, una mudanza, un nuevo empleo y, luego de más de 18 años viviendo en una metrópolis, regresé a casa.
Define “transformación”...
La pandemia trajo la convicción de que nada es permanente y que lo único constante es el movimiento. Todo se transforma. Vivíamos dentro de una cierta normalidad y, claro, quiere una aferrarse a los buenos momentos porque es nuestra naturaleza. Nos resistimos a comprender que estar debajo de la rueda es también parte del camino, y por eso sufrimos. Con el tiempo he llegado a entender que mi proceso es constante y todos los días traen consigo cierto grado de evolución. Tomó años desintoxicarme de esa narrativa muy Gen X en la que nos identificamos con nuestros títulos y posiciones, y donde nuestro objetivo principal en la vida es haber tenido una carrera extraordinaria, más que todo para agradar a nuestros papás baby boomers... Ya no busco o, mejor dicho, hago un esfuerzo en no buscar validación por lo que hago… No más.
¿Qué te llevó a cambiar de carrera?
Poco antes de la pandemia, luego de lanzar una marca en 14 mercados, viajar 80% de mi tiempo por una década y pasar por la complejidad que implica un startup posthuracán María, en Puerto Rico nada menos, decidí tomarme una sabática... No era que no tenía calidad de vida; no tenía vida, punto. Empezaba mi década de los 40 y me había preparado para ello (económica y mentalmente)... No sabía exactamente cómo emprender, pero algo en mí no estaba listo para regresar a un 9-5, que en mi caso era un 24-7... Me dediqué a realizar esos sueños que estaban en el tintero... Luego de unas semanas estudiando francés en París y sobrevivir el shock inicial de la pandemia, mi amiga y colega neoyorquina Victoria Sánchez Lincoln se mudó a Puerto Rico. Victoria llevaba algunos años en su práctica de consultoría independiente. De pronto, las oportunidades comenzaron a llegar. Vimos una oportunidad de servir a un sector de negocios abandonado por las grandes agencias. En menos de un mes teníamos cinco clientes. En un principio me costó... Vengo de estructuras titánicas y procesos establecidos, pero Victoria trajo unas herramientas valiosas de dirección creativa que yo no tenía y yo puse sobre la mesa la estrategia. Fue una sinergia perfecta.
De corporativa en una Fortune 100 a consultora estratégica independiente. Háblanos del proceso.
Cuando se emprende, hay mucha libertad. La burocracia no tiene lugar, pero también llega una enorme responsabilidad porque no hay ningún equipo, eres tú... El éxito o el fracaso del proyecto depende de ti y eso no es algo que cualquier persona pueda manejar ligeramente. Dicho eso, no hubo mejor escuela que décadas de experiencia en el mundo corporativo, que es hoy base y andamiaje de todo lo que hago. La organización es innegociable, la honestidad tiene que ser un pilar, el accountability, imprescindible y la paciencia, infinita. Aparte de eso, muchos expertos dicen que hay que rodearse de personas que sepan hacer lo que tú no, y que no tengan temor de decirte en qué estás fallando, y no hay nada más cierto.
¿Arrepentimientos?
Oprah suele decir: When you know better, you do better, y tiene toda la razón. No hay tiempo para arrepentimientos, pero sí valoro el aprendizaje que viene con los cambios. Sí te puedo decir que no tengo miedo a establecer límites necesarios, a negociar, a decir que no, a cuestionar y a diferir... La magia de los 40.
“NO HAY TIEMPO PARA ARREPENTIMIENTOS, PERO VALORO EL APRENDIZAJE QUE VIENE CON LOS CAMBIOS”