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PERIODISMO SIN LÍMITES


El periodista de Telemundo, Luis Guardiola, pasó María en Culebra. A pesar de tener más de 30 años de carrera periodística, es una experiencia que no había vivido. Ya sus hijos son adultos y sus hijas estaban en la casa acompañadas por sus parejas, así que aceptó hacer el brinco a la pequeña islita que días antes había quedado devastada por el huracán Irma.


“Yo no había pasado un gran huracán fuera de mi casa. Estuve con mi familia en Hugo y en Georges… en huracanes menores y tormentas había estado amanecido en la calle. Pero en los huracanes grandes el ambiente es diferente, sientes vibraciones cargadas. Para los culebrenses, la preparación es casi una costumbre por tratarse de una zona de impacto.” explica Luis.

Ya Marjorie Ramírez había estado en Culebra durante Irma y lo pasó en el muelle dentro de una unidad remoto (vehículo que tiene antena y equipo para transmitir en directo desde el lugar). Enviaron imágenes todo el tiempo mientras soplaba el huracán que para Culebra fue peor. Luis fue con la misión de ver qué pasaba con María, “me encontré una gente que ya estaba curá’ de espanto. Parecería que ni se tienen que preparar porque están acostumbrados. Uno los veía poner refuerzos y yo me preguntaba si aguantarían un huracán. Pero ellos tenían la sabiduría de la experiencia.”

A punto de que tocara el huracán, la compañía matriz de Telemundo quería sacarlos (a Luis y los dos compañeros con los que trabajaba) debido a la peligrosidad de lo que venía. Igualmente querían remover a Efrén Arroyo, hijo, de Vieques. Pero no fue posible. Transmitieron hasta tarde mientras tuvieron la capacidad. “Fue impresionante la fuerza. La potencia es extraodinaria, como un animal gigantesco que esta por encima de uno y te pone un tu sitio. Nos recuerda nuestra fragilidad”, narra Luis, que permaneció en Culebra hasta ese viernes, 22 de septiembre.


Después grabaron, pero no había como transmitir. “Teníamos la información para metérnosla en el bolsillo porque no había comunicación con Puerto Rico, con nuestras familias tampoco, lo que le añadía tensión a la situación. Tantas personas vieron sus vidas en peligro. Perderlo todo en un instante es frustrante. Ver gente llorando porque en vez de su casa, quedaba solo el piso… te marca. No tenían mucho y ahora nada.”

Tampoco el país tenía información. Con menos periodistas en funciones y en ese momento, los medios de comunicación con sus antenas en el piso, en un momento de urgencia, la responsabilidad se fue a las redes sociales, cuyas dinámicas dan pie a especulaciones. Sólo una emisora de radio quedó en pie. Ahí la presión para los periodistas, que se encuentran empleados y laborando, se hizo mayor.

Luis se lleva en la mente rostros fuertes y poderosos. “Tanto en Culebra como en el resto de Puerto Rico, veo gente combativa. En Culebra, había valientes conectando los cables de energía eléctrica. Terminamos en un sitio en el este de la islita buscando señal para el teléfono celular y vemos encima de un techo de tremenda casa, montones de gente tratando de comunicarse con sus familias. Veías la angustia, pero también la solidaridad de la gente buscando una mínima rayita de señal para que otro llamara. Te alegras aunque tu llamada no salga. Ese es el retrato que quieres ver de Puerto Rico.”

Al llegar a su hogar, Luis salió a caminar. Fue a un colmadito, pero compró más de lo que podía cargar, así que regresó en “pon”. “El puertorriqueño que añoramos esta ahí. Eso te da esperanza. En la zona metropolitana está, aunque un poco escondidito en la vorágine en la que vivimos. Eso es lo lindo dentro de toda la tragedia.”


Sin duda, esta situación, que para Puerto Rico pareció impensable, pone a cualquier gobierno en una posición injusta. Es peor cuando ocurre durante un cambio de administración. A eso se suma que como ciudadanos contribuyentes, todo el mundo tiene derecho a exigir lo mejor. “Esto es una catástrofe histórica. El gobierno se había abandonado a la dejadez en cuanto a las cosas fundamentales para manejar este tipo de situación. No solamente el de Puerto Rico, también el de Estados Unidos… aquí se hablaba de un portaaviones que estaba cerca y tan pronto pasara algo, empezarían a llegar suministros. Se olvidaron de que la logística de traer gente, equipo o postes de energía eléctrica, es complicada. Hay que tener almacenada cierta cantidad de materiales porque sino, te enfrentas a lo que está pasando… ordenas 10 mil postes, pero hay que hacerlos.

El mal manejo de los fondos públicos nos trajo la crisis fiscal y nos dejó desnudos ante este fenómeno. Las lecciones son tantas, que hay que repensar: qué agencias manejan la emergencia; qué tipo de personal y con qué destrezas se necesita; qué negociaciones hacer a tiempo con los gobiernos de países vecinos que estén más cerca que Estados Unidos. Se trata de supervivencia. No se trata de quién me va a enviar. Después yo te devuelvo los postes, cuando me lleguen los que tienen que llegar…” dice, recordándonos la importancia de que el gobierno tenga continuidad con planes de país que trasciendan los vaivenes políticos.

Y concluye, “ahí fallamos todos. Mejorar esto va a tomar más de cinco años, pero es la gran oportunidad, porque la cantidad de dinero que debe llegar, viene con la responsabilidad de hacer buen uso de él para que sea una inversión y nos permita recibir la próxima temporada de huracanes dentro de 5 meses. A la hora de la verdad, en Levittown, había gente de todos los partidos políticos, luchando por salir de allí para salvar sus vidas. Pudo haber sido peor y puede ser peor.”

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