AL PACINO A 27 AÑOS DE SU OSCAR
Por Fabián W. Waintal.
Hacía tiempo que el cine no generaba tantas expectativas. El solo hecho de tener a Al Pacino y Robert DeNiro bajo la dirección de Martin Scorsese en una historia de mafia ya olía a Oscar, incluso sin saberse el título.
Que apareciera en Netflix ayudó a convertirla en una de las películas más vistas del año (26 millones de personas la vieron solo durante la primera semana). Y sí, a algunos les habrá parecido larga, pero nadie puede negar que The Irishman cobra vida a partir del minuto en que aparece Pacino como Jimmy Hoffa.
Diez nominaciones al Oscar confirman la calidad del trabajo, incluyendo la que recibió Pacino como Mejor Actor de Reparto.
¿Podemos decir que las diez nominaciones al Oscar tienen que ver con la idea de tener a Pacino y a DeNiro en una película sobre mafiosos de Scorsese? Conozco hace tiempo a Bob (DeNiro) y a Marty (Scorsese). Cuando Bob me llamó para hablar del tema, sonó interesante la oportunidad de trabajar con Marty. Ya había trabajado con Bob, pero nunca con Scorsese...
¿Y qué opina de él ahora? Siempre te hace sentir bien. Los grandes directores generan confianza.
¿Hasta qué punto ayuda un buen director de cine para ser nominado al Oscar? Te doy un ejemplo con The Irishman. Yo estaba con fiebre. Tenía una persona que me ayudaba a repasar los diálogos, pero no me sentía en el personaje... Llegué al estudio, el primer día de rodaje de mis escenas, para grabar la escena en la que Hoffa está a punto de tener su final, pero él no lo sabe. Entré a la casa y no había algo que pudiese reconocer, pero sentí que la casa olía a muerte. La forma en que la habían arreglado…, con los muebles más simples. Eso es lo que hacen los buenos directores: te muestran el lugar donde alguien va a morir. Se veía como una casa normal, pero no lo era.
Para Pacino, el Oscar siempre ha sido, más que un sueño, una pesadilla. Ningún otro actor ha tenido que sufrir tanto para ganarlo.
La primera nominación le llegó en 1973 de la mano de El Padrino, de Francis Ford Coppola. No se presentó a la ceremonia, una forma de quejarse porque fue nominado como Mejor Actor Secundario cuando, en la pantalla, aparece más tiempo que el personaje de El Padrino, con el que Marlon Brando terminó ganando el Oscar al Mejor Actor.
Al año siguiente, Pacino fue nominado como Mejor Actor por Serpico y, en 1975, en esa misma categoría, por su actuación en la segunda parte de El Padrino. En 1976 recibió su cuarta postulación consecutiva gracias a Dog Day Afternoon, que aquella noche solo se llevó el premio al Mejor Guión.
La década del ochenta comenzó con una quinta nominación al Mejor Actor por …And Justice For All y, en 1991, como Mejor Actor por Dick Tracy.
El 17 de febrero de 1993 fue una fecha histórica. Pacino estaba nominado como Mejor Actor de Reparto por Glengarry Glen Ross, pero Gene Hackman le ganó por su trabajo en Unforgiven.
Sin embargo, todavía le quedaba otra oportunidad en esa entrega de los premios, ya que había recibido su octava nominación por Scent of a Woman en la categoría de Mejor Actor. Competía contra Denzel Washington por Malcolm X, Robert Downey Jr por Chaplin, Stephen Rea por The Crying Game y Clint Eastwood por Unforgiven. La pesadilla llegó a su fin con el gran Oscar que ganó Pacino.
Lo curioso: nunca más volvió a pasar por una ceremonia del Oscar… hasta ahora. Han pasado 27 años y, gracias a The Irishman, volvió a ser nominado por su rol de Hoffa.
En The Irishman aparece casi a mitad de la película. ¿En la filmación fue igual? Llegué cuando todos estaban a mitad de vuelo. Hacía dos semanas habían empezado.. Pero hemos vivido también una vida juntos, nos conocemos demasiado bien... Se siente cierta libertad cuando trabajas con alguien que conoces bien, alguien en quien se puede confiar.
Aunque se les ve más jóvenes en el filme, The Irishman no está nominada en la categoría de Mejor Maquillaje, ya que, para lograr esto, utilizó efectos digitales. Sí está nominada en el segmento de Mejores Efectos Visuales (en el que compite frente a Star Wars, Lion King, Avengers Endgame y 1917).
Utilizar efectos visuales tan modernos, ¿ayudó o complicó el proceso? Para mí, el desafío fue por las escenas en las que tenía que moverme. Todos me decían: “No te olvides de que en esta escena vas a tener 39 años”. Y yo les decía: “Ya sé”, pero, al momento de filmar, cuando tenía que levantarme, no me paraba como alguien de 39. Había alguien que me tenía que decir: “Si tienes 39 años, te tienes que levantar como alguien de 39 años” (ríe).
¿Qué opina de la idea de que cualquiera pueda interpretar a alguien, reemplazando el rostro con efectos visuales? Yo no lo veo así. Lo veo como maquillaje con el que un actor no tiene que preocuparse por cómo se ve. Es maravilloso tener semejante potencial. Es como cuando nos dejaban el pelo gris para parecer más viejos. Nadie nunca lo cuestionó. Lo aceptas porque está en la historia. Siempre fue así.
Si pudieran reemplazarlo con un personaje virtual, ¿qué tipo de actor virtual elegiría un director para reemplazarlo? ¿Alguien con menos arrugas en los ojos? (ríe) Tengo la mala costumbre de no querer estar demasiado tiempo en el estudio de filmación. Prefiero quedarme en mi espacio. Supongo que un director que vaya a reemplazarme con un actor virtual haría que me quedara digitalmente en un lugar del estudio para tenerme ahí todo el tiempo (ríe).
¿Qué opina sobre el debate de Netflix y de que la gente vea una película como The Irishman en casa y no en una sala de cine? Amo lo que significa una buena sala de cine. La atmósfera es el cable que conecta el cine con el público, la gente que lo comparte. Quentin Tarantino tiene una sala de cine en Los Ángeles donde solo muestra películas de 35mm. Se nota la diferencia.
¿Qué diferencia a Jimmy Hoffa de su interpretación? ¿Qué aprendió de él que no sabía? Hoffa tenía una visión de lo que quería para un sindicato. Incluso, cuando estuvo preso reunió a los prisioneros y les dijo: “No sé cómo aceptan que los traten así”. Tenía problemas con Robert Kennedy Jr., pero admiraba a Martin Luther King. Es una persona interesante. Venía de haber visto, a los 17 años, cómo la policía le pegaba a la gente en la cabeza. Vio todo el abuso del trabajo infantil y cosas así. Tenía esta necesidad que yo no conocía, porque crecí conociendo otro Hoffa. Todos conocíamos a Hoffa, pero no sabíamos lo que hacía. No sabíamos si era un gánster... Y después desapareció. Recuerdo que fue algo que dominaba las noticias.
¿Cómo fue la preparación para representar a alguien tan conocido como él? Hoy tenemos mucho más acceso a esa clase de personajes porque hay mucha gente que lo conocía. Hay libros y filmaciones. Se le filmó muchísimo y eso está disponible. Cuando interpreté a Serpico, ni siquiera podía imaginar que hubiese algún vídeo de él. Pero de Hoffa hay. Y tuve esa ventaja, además de haber crecido en una época en la que era bastante conocido.
Hace casi 30 años, Jack Nicholson filmó, con Danny DeVito, otra versión de la historia de Hoffa con su mano derecha, Bobby Ciario. Esta muestra un final totalmente diferente, como si los hubieran asesinado a los dos a la salida de un restaurante de Michigan.
La diferencia es que The Irishman está contada por el gánster que interpreta DeNiro, Frank Sheeran, que en una entrevista confesó haber asesinado a Hoffa y aseguró, incluso, que la mafia estuvo involucrada en el asesinato de John F. Kennedy.
¿Importa si la historia de The Irishman es verdadera? Importa, porque Frank Sheeran fue muy específico. Hasta que alguien aparezca con otra versión más creíble, le creo. En el libro se siente la credibilidad, porque no se puede contar una historia con esa clase de detalles a menos que la hayas vivido.