TODAS LAS PERSONAS MERECEN UN TECHO Y UN CORAZÓN CON BUENA VIBRA
Muchas han sido las iniciativas para entregar suministros y apoyo inmediato tras la visita de ‘María’, pero cada noche pasa y cientos de personas no tienen un techo que los proteja de las lluvias. Estos casos son los que han atendido el artista Celso González, Emil Medina y la cantante Calma Carmona en Fundación Buena Vibra.
Fundación Buena Vibra comenzó en el 2009 con la intención de llevar ayuda a la construcción de una escuela en República Dominicana, en el barrio donde nació el abuelo de Emil Medina, presidente de Buena Vibra Group. Desde el nacimiento de la agencia, tuvieron la intención de que fuese un movimiento caribeño. En ese momento el grupo lanzó “Siembra Buena Vibra”. Sembraron árboles que acompañaran la escuela que se construía.
La fundación pasó a involucrarse con las artes, conexión con las relaciones humanas. Así nació una iniciativa con escuelas de Puerto Rico en el 2017, donde dio un giro. Emil se encontraba en Boston estudiando en Massachusetts Institute of Technology, mientras el huracán María azotaba la isla. Mientras disfrutaba del ambiente académico, recibía mensajes de amigos y uno de ellos fue el artista Celso González, quien le impulsó a regresar. Curiosamente, Emil estudia diseño, apoyado en la neurociencia y las necesidades del ser humano. Venir a Puerto Rico resultó la mejor manera de poner en práctica lo aprendido. Aunque al principio le creó ansiedad, “estoy acostumbrado a los ritmos de trabajo rápidos. De pronto, la falta de electricidad es un atraso, el tiempo corre de una manera diferente… tenemos que estar claros en cuanto a eso y de que hay que compartir más en grupo y conversar más. Lo que se planificaba a largo plazo, ahora se tarda más”, dice Emil que explica que la fundación se enfocó en reconstruir espacios en comunidades.
Celso, por su parte, había ya ayudado a unos amigos que habían perdido parte de su techo. “Yo pensé que el gobierno iba a responder y ayudar a este tipo de iniciativas. Yo me aseguré de que mis amistades estaban bien, pero a medida que siguieron pasando los días y seguía viendo que nadie hacía nada… la gente ha sido solidaria en darle suministros a otros y palabras de aliento; pero no se están atendiendo las necesidades reales. La destrucción de los hogares es un trabajo bien difícil de resolver. La gente tiene que rehacer su vida. Por ahí decidí llamar a Emil porque reconozco su capacidad intelectual para mover fuerzas grandes y Buena Vibra revitaliza juventud,” puntualiza Celso, que entiende que hay que afrontar la situación y hacer cambios reales sin protagonismos.
La cantante Calma Carmona también se ha involucrado en el proceso de reconstrucción total de casas. Específicamente se han encargado de los hogares que no tienen techo. Luego se han sumado otros colaboradores a la tarea, que resulta ser más grande de lo que pensaron. Celso considera que hay mucha gente con la posibilidad de ayudar, pero que han rehabilitado sus vidas y se les olvida lo que está ocurriendo, sobretodo fuera del área metropolitana. “Los que en medio del caos han encontrado su rutina, se distraen y el reto se hace más grande para encontrar detonadores de cambio. Pero hay explosiones de buena voluntad. Estamos súper motivados y con mucho trabajo por seguir”, según Celso.
Para Calma lo más impresionante es el cambio sicológico que se produce cuando trabajan en una casa. “Los vecinos nos dan comida, se unen al equipo. Los otros días salió en la prensa el lugar al que iríamos y el municipio fue después a recoger los escombros. Así se va haciendo una cadena de ayuda. Sale en las noticias y la comunidad se involucra aún más”, cuenta Calma, quien aprendió de la líder comunitaria Carmen Villanueva, que la pobreza es relativa.
La mayoría de las personas que reciben ayuda de este grupo son ciudadanos que han trabajado toda su vida por lo que, irónicamente, no recibirán ayuda del gobierno porque no son considerados “gente pobre o con necesidades”. Sin embargo, perdieron el techo por el que se han esforzado.
Emil está escribiendo sobre las diferentes visitas que hacen. Cuando fue por primera vez a Ingenio, no pudo hacerlo. “El fango en las casas, las caras de las personas, las enfermedades que se están desarrollando…, se siente el dolor. Me bloqueé porque no tenía algo que aportar. Cuando fuimos a reconstruir, esa sensación de agarrar la máquina de presión o un martillo, se convirtió en algo diferente para mí. Por otro lado, me sorprendió que personas que están en la necesidad de estirar el peso, nos hicieran tanta comida. Yo no como chuletas, pero me comí tres, porque ameritaba que yo recuerde el recibimiento a brazos abiertos de esa comunidad. Si hubiese sido una compañía de construcción; van a construir, no a visitar ni a dar un abrazo.”
Conversar con la gente les ha permitido entender lo que hay dentro de los hogares. La mejor enseñanza que han recibido son las historias que contarán dentro de tres o cuatro décadas. Calma ha desarrollado un sentimiento de responsabilidad comunitaria que no tenía. Celso ha descubierto cómo el desastre mantiene a las personas incapaces de hacer lo que les ha sido rutina toda una vida. “Hay mucha gente enojada, personas que se sienten ignoradas porque les dicen que no cualifican para las ayudas. Si trabajaste, no cualificas; si la casa está destruída y no aguanta un toldo, no cualificas. Tienes que tener título de propiedad. Si tuvieras todos esos requisitos, no se te habría ido el techo…” reclama Celso, quien entiende el escepticismo de la gente y la incredulidad de los rostros cuando ellos llegan a ayudar.
Personas a las que han ido a reconstruir sus casas les cuentan que las ayudas que les han ofrecido, son de pasajes para fuera de Puerto Rico y vales para residencia e ingreso para varios meses. Se preguntan por qué razón no les ofrecen el equivalente monetario para mantenerse en la Isla. Esa es una buena pregunta.
Cuando llegan por segunda vez a un lugar, los vecinos no pueden creerlo. Se produce un cambio en la actitud de la gente. Emil perdió su casa en el 1997, en el huracán Hortensia. Ahora le habla a los jóvenes sobre cómo esa experiencia le hizo más fuerte. Cuenta Calma que hay grupos de jóvenes que se han unido a ayudar tomándolos como ejemplo. Ahora empezará otro tipo de necesidades y hay que prepararse para eso. El trabajo que hacen es costoso y los casos son tan complejos, que en circunstancias normales ni los considerarían. Los clientes de Buena Vibra y personas como Bad Bunny y José Juan Barea han aportado, así como personas en la diáspora. De hecho, una persona donó un crédito en una ferretería local, consciente de que los materiales de construcción son costosos. Aceptan donaciones en efectivo, así como participación en la reconstrucción de viviendas. La semilla está sembrada; la responsabilidad, como dicen Calma y Emil, es de todos. Se trata de trabajo y buena voluntad.