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ISLA DONCELLA: PUERTO RICO EN CRÓNICAS


Por Paula Andrea Álvarez



“La historia ha demostrado que de las grandes crisis y tragedias han salido transformaciones dramáticas. Quizás, la aparición de María nos permita cambiar de ‘Isla Doncella’ a ‘Isla Mujer’. Así termina el primer episodio del podcast del respetado periodista chileno Carlos Weber: “Isla Doncella: Puerto Rico en crónicas”.


Aunque Carlos Weber no es una persona amante de las redes sociales, después del documental que cuenta su historia, ‘Cuentas Pendientes’, se vio tentado a realizar narraciones en Facebook, o nanocuentos, para darse a sí mismo más sentido en esta red y promocionar el largometraje. Y, con la llegada del huracán María, surgió la oportunidad de presentar crónicas para los puertorriqueños en el exilio y para todos los hispanoparlantes en la voz privilegiada del periodista. De hecho, fue una oportunidad que Arleen Cruz Alicea, productora del proyecto, y el comunicador no dejaron pasar.

Isla Doncella es una crónica que comparte un vistazo del panorama de vida de Puerto Rico, bajo la mirada de Weber, que provocó ‘La aparición de María’ —nombre del primer episodio del podcast—, en el que habla de diversas situaciones, tales como la devastación, la educación, la Junta de Control Fiscal, el poder y la idiosincrasia de ‘la colonia’. “No queríamos hacer un podcast muy largo, pues es una crónica… Es más retador. La crónica, hecha por una sola persona, te dice que debes hablar con seriedad, pero adicionarle un poco de humor, algo de entretenimiento, aunque sean temas serios o peligrosos”, comenta Weber, quien tiene un humor particular, único y hasta ácido en algunos casos, peculiaridad que lo ha hecho favorito de muchos durante los más de 30 años que lleva viviendo en la Isla y desempeñando su profesión.

La transformación de doncella a mujer de la que habla Weber en su podcast es contada, hasta el momento, en cinco episodios. Entre estos encontramos ‘Mi escuelita’, ¿Quién manda? y ’La navidad más larga del mundo’, que tiene miras a reproducirse por el National Public Radio (NPR) y todo su público en Latinoamérica.

La voz —más bien, la mirada de Weber— desde mi perspectiva, es una conciencia. En este momento, el comunicador ve la transformación como un eterno lapso de adolescencia y no precisamente de una adolescencia ‘rebelde’, sino de una yacente o, más bien, como la describe en el capítulo de ‘Éxodo o exilio’, una transformación de Isla doncella a Isla del mejor postor.

“No me quiero meter en la cuestión política contingente, pero ha estado en toda esta relación con los Estados Unidos, una relación maltrecha. No digo si es bueno o malo el estado 51 o la independencia, pero es una realidad donde todo el proceso ha sido tan largo, que ha generado un adormecimiento dentro de la gente”, considera.

“A veces digo: ‘caramba, con todo lo que ha pasado hasta el día de hoy —refiriéndose a los meses después del huracán—, todavía no veo gente en la calle manifestándose en ningún lado, con razón o sin razón, a exigir cosas’. Por ejemplo, la desatención de los pueblos de la montaña, que es una realidad. Los que no estamos desatendidos, ¿por qué no salimos a la calle a decir: ‘oye, ¿qué pasa? ¿Tú viniste a ayudar o cuál es tu responsabilidad como gobierno municipal, estatal o como cuerpo de ingenieros o FEMA? Mira, necesitamos que camines hasta aquel sitio’, y exigir lo que necesitamos como comunidad. Yo veo las cosas bien difíciles, pues hasta que la gente no salga a exigir lo que tiene que exigir, que es una transformación de la organización del País, veo difíciles las cosas”, concluye.


Escuchar el tono agudo de Weber en una crónica, con fondo musical de Drum and bass, es algo que jamás hubiese imaginado. No solo es épico, sino el enganche perfecto entre armonía y buen contenido, ideal para nuevas generaciones ya que habla su lenguaje ¡en un podcast! Este género se caracteriza por los breaks acelerados, típicamente entre 160 y 190 pulsaciones por minuto, combinado con líneas de bajo poderosas… Totalmente congruentes con los pensamientos de Weber; a veces, suave y envolvente; en otras, preciso y contundente, sin dejar perder la armonía y la atención del receptor. Isla Doncella: Puerto Rico en crónicas es una producción bien pensada para todo tipo de público, en la que la grabación y el diseño de sonido están a cargo de José Elí Pérez.

El chileno se ha ganado el respeto en la Isla gracias a su trayectoria como periodista ancla de televisión. Su profesionalidad, carácter y amor por Puerto Rico lo han ubicado en un buen sitial. Su credibilidad es el eje central para relatar su experiencia del panorama del País en una crónica.

“A mí me gusta mucho el diálogo; en este momento es cibernético. Isla Doncella es mi mirada, y mi mirada no es la verdad. Es lo que yo veo, lo que presiento, lo que siento de lo que está a mi alrededor, y puede disentir de la mirada del que está al lado, pero lo podemos conversar… y siempre, de la discusión, pueden salir las verdades o se puede iluminar mejor el camino”, comenta el periodista internacional.

El podcast es la entrada perfecta a una conversación. A Weber le gusta que la gente argumente —a favor o en contra— porque se despierta el interés de un tema, en este caso, Puerto Rico. Por otro lado, este no busca ser un analista como los que gritan en otros medios de comunicación y nunca utilizan el condicional, como que son todas verdades que salen de sus bocas. “Si yo me convierto en eso, sería un completo fracaso. Por ahí va el asunto”, añade quien siempre deja el camino abierto a encontrar otras salidas.

El comunicador, quien tiene dos hijos puertorriqueños, dice en sus crónicas que María nos destrozó y nos tiró al piso, pero que nuestras rodillas están intactas para empezar a caminar. Y que, aunque deseaba que María buscara amantes por otro lado, “el huracán pasó por donde tenía que pasar, por su vía, que nos tocó a nosotros. Bueno, a veces se nos desviaba un poco y los mesiánicos decían que ‘esta es una isla bendecida por Dios, siempre se mueve para otro lado…’. Claro, y maltrata a Haití, a México, la costa este de Estados Unidos, a República Dominicana o Cuba”, expresa.

“Entonces, ¿esa gente son los hijos de los demonios y nosotros somos los bendecidos? Es una cosa que nunca pude entender. La racionalidad me indica que estamos en la ruta del huracán y va a pasar por aquí. María pasó y probablemente va a haber otra María mañana o pasado mañana, y el próximo año, en cinco o en diez, va a haber otra”, agrega.

Si analizamos racionalmente, estamos en ruta de huracán y hay que tratar de prevenir lo más posible. Estamos a más de cuatro meses del golpe del huracán, y algunas carreteras, antenas, telecomunicaciones y conexiones eléctricas siguen obstruidas. Este es un punto que, el periodista comenta, debe tenerse “previsto” para que, cuando vuelva un fenómeno así, nos afecte lo menos posible. “Nunca alguien ha puesto atención sobre eso: sobre la red vial, la red eléctrica del País, porque no tenemos la prevención ni la planificación, y María no tiene que ver con eso. María pasó por donde tenía que pasar y nos desnudó; más que literalmente, nos desnudó completos. Si uno camina por la Isla, está descubierta, porque la flora se nos fastidió… Que está creciendo de nuevo porque la naturaleza es genial y se va a recomponer, es otra cosa”, manifiesta.

El problema es que nosotros, los seres humanos, tenemos que aprender a recomponernos igual que la naturaleza. En esta ocasión, las comunidades le han dado una lección a Weber. Estas se han organizado solas, han limpiado sus calles y llegado a lugares a los que no ha llegado nadie.

“Ninguna ayuda… No es que estoy rechazando ayuda de nadie… Pa’ mí está cool que venga FEMA, los municipales, y que vengan estatales, federales y todo el mundo, pero las comunidades han dado lección de organización en estos momentos y, si eso lo podemos masificar, me renueva la esperanza de que podamos construir algo grande”, finaliza asentando con la cabeza, como a quien le duele su propia patria.

Ante todos estos temas, la fragilidad agobia. La nuestra y la fragilidad de Weber, que asegura en ocasiones no tener lo que necesita un periodista cuando hace periodismo como tal. Debería ser ‘más aséptico’, tener esa doble fuente, una que corrobore la otra. A veces no la tiene, pero tiene esas ideas y le gusta plantearlas para conversarlo.

Ejemplo de esto: la militarización. ¿Quién tuvo la culpa? ¿Quién provocó esta situación? ¿Quién se tomó el País? ¿Fue FEMA, el ejército de Estados Unidos y el cuerpo de ingenieros? ¿O el gobierno local se lo entregó y levantó las manos diciendo: ‘hazlo tú y nosotros nos quedamos acá haciendo el show? ¿O se lo quitaron diciéndole: ‘¡Tú no sirves pa’ na’!? Carlos Weber no tiene los detalles, pero le gusta plantearlos. De eso se tratan las crónicas y su conversación.

¿Queremos que cambien una casa de madera destruida por una de cemento o queremos un país que salga de la pubertad a caminar como adulto?


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