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EL ALOJAMIENTO MÁS EXCLUSIVO DE EUROPA ESTÁ EN EL CORAZÓN DE LA MANCHA
La Nava del Barranco destaca por la excelencia en los detalles y una atención exquisita.
No es imprescindible ser rey, jeque o princesa –aunque algunos de los más conocidos han pasado por aquí– para disfrutar de La Nava del Barranco, uno de los lugares más exclusivos de Europa donde prima el lujo accesible, la privacidad y la excelencia del detalle, situado en plena Mancha, en esas tierras en las que Don Quijote encontraba decenas de belicosos gigantes, princesas de "hermosura sobrehumana" y hasta el yelmo de Mambrino. Está a apenas dos horas por carretera de Madrid, la capital de España –en Castellar de Santiago en la provincia de Ciudad Real, cerca del Campo de Montiel y de la ciudad de Villanueva de los Infantes, lugar de origen precisamente del caballero de la triste figura ya que ahí inició sus andanzas–, o el mismo tiempo en avión desde las principales ciudades del continente, ya que La Nava del Barranco cuenta con una pista privada de aterrizaje desde donde se pueden realizar vuelos internacionales.
Este detalle ya da idea de la categoría y el lujo de este espacio, que es mucho más que un gran alojamiento y donde casi cualquier cosa es posible, y donde se cuida la excelencia en los detalles, el servicio personalizado y una atención exquisita. Ni siquiera la ardiente imaginación de Quijote/Cervantes podría dar forma a un lugar como este y las casi infinitas opciones que ofrece al visitante. Salir de caza o conformarse con observar la fauna y la flora en estado puro, ver los animales en plena naturaleza: gamos, ciervos, conejos, muflones,
perdices, águilas, zorros e incluso linces.... recorrer la finca de casi 3.000 hectáreas en quads, todoterrenos, a caballo o sobrevolarla en globo sobre una selva de viñedos, olivos centenarios, alcornoques, jaras, encinas, quejigos y matorrales que ocupan todo lo que abarcan los ojos. También, si se prefiere, aprovechar sus completas instalaciones para jugar al tenis, darse un chapuzón en la piscina exterior en la que relajarse en los días cálidos de la primavera y el verano, mantener la forma en su gimnasio bien equipado, ver los últimos estrenos en la sala de cine o acercarse al spa donde relajarse.
La casa, diseñada por el arquitecto Otto Medem (hermano del propietario, Javier Medem) está situada en lo alto de un cerro, sus dueños tardaron dos años en diseñarla y tres años más en construirla. Ocupa 4.000 metros cuadrados, distribuida en tres plantas, de los que 700 corresponden a las terrazas y a un porche que impresiona la primera vez que se pone un pie en él. Está construida con materiales de la zona: los suelos son de Santa Cruz de Mudela y las paredes están recubiertas con piedra de Valdepeñas. El interior está decorado con maderas y tejidos españoles, en un estilo de diseño rústico chic y elegante, que recuerda el ambiente refinado inglés de la serie televisiva “Downton Abbey” y el de la mítica película “Memorias de Africa”. Además del salón principal –con unos grandes ventanales que invitan a perderse en el paisaje– hay otros más pequeños para relajarse con un buen libro o tomar el café; un comedor principal con mesa imperial para las cenas, otro auxiliar con mesa redonda, y un gran porche donde se pueden servir los desayunos o tener una agradable velada en la temporada estival.
En total hay 16 preciosas y acogedoras habitaciones repartidas en dos plantas, cada una lleva su nombre relacionado con la dehesa que la alberga: Noguera, La Solana, Los Almendros... con vistas a la naturaleza y a los montes, disponen de hilo musical, aire acondicionado, internet, cuarto de baño exterior con bañera y ducha y una exquisita decoración.
Y aunque el cliente corporativo, los consejos directivos, las reuniones privadas de empresas o las presentaciones de producto de grandes multinacionales ocupan parte de las reservas de este sitio, para lo que La Nava del Barranco cuenta con todos las instalaciones necesarias: salas de reuniones, medios A/V, salones, carpas al exterior, habitaciones tipo suite… también hay cabida para quienes a nivel particular puedan darse el gusto de alquilar esta propiedad para escapar de la rutina, para celebrar un evento familiar, o simplemente para vivir la más exquisita de las experiencias que conoce el lujo en nuestro país. Eso sí, todo tiene un precio: concretamente entre 6.000 y 8.000 euros la noche, alquilando toda la casa, pero está todo incluido.
Un servicio esmerado
Pero lo que convierte a este lugar en algo único es, sin duda, su esmerado servicio, atendido en ocasiones y en temporada alta hasta por 100 personas. Hay expertos para cada uno de los deportes que se quieran practicar, para impartir cursos de cocina, yoga o flamenco, para dar masajes o atender el spa, mayordomos, gobernantas, doncellas, camareros o mozos. Un servicio profesional, discreto y profundamente respetuoso que atiende en todo momento al cliente adoptando la filosofía de la casa del todo “a medida” que la familia, propietaria de la finca desde generaciones, ha sabido transmitir.
Y, por supuesto, cocineros, dirigidos por Fina Torreiro que elaboran los menús que los huéspedes han elegido previamente, que suelen combinar recetas de la cocina más clásica de inspiración francesa con los alimentos saludables y platos más típicos de la cocina manchega y española como el cochinillo, la perdiz o las costillitas de cordero, siempre con un producto fresquísimo de calidad superior. Algunos expertos opinan que allí se ofrece el mejor solomillo Wellington de Europa.
Cuando el tiempo lo permite, puede montarse una comida campera que el equipo de la Nava organiza elaborando el menú “in situ” con una cocina móvil que se instala en pleno campo. Una puesta en escena de cine, con una mesa montada exquisita, digna del mejor salón, gracias al buen gusto, la delicadeza de las vajillas de porcelana y de los manteles y servilletas, sello inconfundible de la casa, que acompañan una rica comida de gran refinamiento. Y antes de sentarse a la mesa, un aguamanil para refrescarse, con agua caliente ¡caliente, en mitad del campo!
Salir del paraíso
Aunque cuesta trabajo abandonar este paraíso, vale la pena conocer sus alrededores, el no muy lejano Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, el humedal más bello de la Península Ibérica, con espectaculares cascadas entre una laguna y otra, y muy especialmente, Villanueva de los Infantes, en el Campo de Montiel, uno de los pueblos más bellos de España, que se muestra majestuosa y soberbia como una villa repleta de tesoros arquitectónicos que envuelven la mirada de pasado entre sus piedras legendarias. La vida gira en esta ciudad alrededor del conjunto monumental de la Plaza Mayor de principios del siglo XVII, con sus balaustradas de madera sustentadas por zapatas y arquerías de medio punto y, presidiéndola, la extremada belleza de la iglesia de San Andrés y la Casa Rectoral.
Villanueva de los Infantes conserva la estructura de ciudad del Siglo de Oro español, por sus calles transitaron Lope de Vega, Bartolomé Jiménez Patón, Francisco de Quevedo, que murió aquí en el Convento de Santo Domingo y donde reposan sus restos, y por supuesto Miguel de Cervantes, quien hizo partir desde aquí a su famoso Don Quijote.